La video creación, La Fuente es el Sol, registra entre relatos y entre escombros, dispositivos que se portan que parecen ser y morfan como máquinas astronómicas, telescopios, armas, columpios, fósiles, cámaras abriendo un portal en un lenguaje de ritual como para crear la sensación de esa experiencia sagrada a través del sol como una fuente infinita y cambiante donde se encuentra lo misterioso de vivir. Cuenta la historia que cómo fue descubierto ese antiguo edificio sagrado fue por luces que titilaban como un código de llamado desde ese portal. Luces como susurros de entusiasmo a partir de una acción en trance, claridad y estado de procesión que puede replantearnos una espiritualidad desde el hoy, desde la juventud en la era que vivimos, contenida desde las capas de la materia y la historia.
Clara de Tezanos
Guatemala, Marzo 2021
En el porvenir – porque es sueño, en la historia – porque es vestigio, en el presente, por su materialidad, cruda y etérea: en los espacios flotantes del tiempo eterno, se sitúa La fuente es el sol.
“El sol es la fuente”, declara y aclara Clara de Tezanos. Y con este título, simple y contundente, invoca: luz con líquido, fusiona: agua y fuego. En su boca, se vuelve aire, susurro, un mantra, con el poder de fortalecernos en la aprehensión del mundo y del misterio. El sol es la fuente, sí, y de ese manantial surge la vista; la forma y el color; el calor y la vida.
La obra se presenta como un homenaje al arte mágico y técnico de escribir con luz, que es la fotografía. Y, a la vez, es su propio cuestionamiento: el universo de las cámaras, de las técnicas que capturan lo tangible, de los matices del revelado, Clara ya lo descubrió, ya lo exploró y lo dominó. Las obras de la artista suelen hacerse el eco de sus vivencias, sublimándolas: Piedra, Padre, Universo; Por Maniobras de un terceto o el próximo Todas somos Marías son piezas de autobiografía visual, y poética. Así, La fuente es el sol aparece como una catarsis de la vida de la autora. Nace al clausurar, después de diez años, la escuela y centro de fotografía La Fototeca: aquí, la artista, metafóricamente, se suelta de ese pasado, irradiándolo, exaltándolo. La fotografía ya no se encuentra enclaustrada en una caja hermética; se ha transmutado en un ser etéreo y libre; se ha vuelto juego de luz y materia con el espacio y el paisaje. Instalación lúdica, máquina improbable, columpio aéreo, en esta obra se expresa la liberación explosiva del medio fotográfico. Las cámaras, antiguas, clásicas, aparecen desintegradas, inservibles, desiguales. Objetivos invertidos, lentes apuntando a la oscuridad; disparadores girando en suspenso, infinito. La fotografía se vuelve imposible, colgada en el tiempo, como están colgadas esas formas esculturales en el espacio. En ellas, triángulos de colores y formas diamantinas reflejan el sol, desmultiplican sus rayos, destellan el mundo a color, reverberan sus tonos y formas. La realidad danza, transformada por visiones caleidoscópicas. Pieza de múltiples piezas, la artista la imaginó para dialogar con un paisaje de colinas y volcanes, en un contexto de lo que fue, algún día, una iglesia barroca. El territorio guatemalteco es su marco y musa: a la vez construcción y destrucción, nacimiento y muerte; lentas edificaciones y cataclismos de un instante. Y luego: siglos de abandono a la intemperie, o a las travesuras de la niñez. Ruinas de iglesia que ya no son templo sino dichosas espectadoras del paisaje monumental.
Un día de viento y luz, El Sol es la Fuente cobró vida en una procesión: jóvenes cargadores y cargadoras la llevaron, en un misterioso cortejo, a que entrara en resonancia con el espacio que la inspiró. Allí, entre escombros, bajo el cielo, ante los volcanes, jugaron con el aire, danzaron con los rayos del día, abrazaron las piedras que, siendo ruinas, se hicieron más vivas. En un acto performático, La fuente es el sol / El sol es la fuente se transformó en una danza cósmica de un ciclo infinito. Poesía trazada con movimiento y luz.
Christina Chirouze Montenegro
Guatemala marzo 2021
“Como alquimista de significados, Clara hunde sus manos en el misterio y magia de la Luz. Entre estructuras antiguas, la danza y el juego de la alegría de la manifestación de la luz evoca nuestra condición efímera. De paso, siempre de paso, entre un tono lúdico y bello, con destellos de luz, la artista nos recuerda que somos polvo estelar, fragmentos de elementos químicos que un día fuimos estrellas. La danza y juegos de Luces también evoca a ese sentir ancestrales de que siempre somos migrantes. Migramos de un sitio a otro. De un amor a otro. De un cielo a otro. De un amanecer al siguiente. Somos nómadas de luz. Una inmensa posibilidad de construir alegrías.”
Marcela Gereda
Guatemala, mayo 2021.