La Fuente es el Sol es un intento de acercarse a “lo sagrado” a través de la experiencia de la luz. Es un proyecto compuesto por esculturas de luz, video arte, fotografía y poesía como gestos de apreciación que tienen como sintaxis lo sagrado y el misterio que siempre nos habita. A través de estos estudios diáfanos sin sentido intento conmemorar esas milésimas de segundo de entendimiento que tenemos a veces como un dibujo torpe de lo eterno que nunca alcanza a ver con claridad, pero esta prolijidad que nos da el triangulo con su abanico de perspectivas y reflejos nos puede acumular en perspectiva y volver a segarnos para alcanzar certeza como un vaivén infinito.
La contemplación de la luz y la observación de lo suspendido son prácticas o experimentos genero para llenar vacíos con luz, de crearle sonido en la luz, dibujando el pasado, futuro y presente a la vez por medio de sombras arcoíricas que se muestran en conjunción como parte de una actitud metafórica. Objetos diáfanos/relojes de sol, que orbitan sobre propios ejes, que aspiran ser brújulas de entusiasmo, como para sugerir que la luz o las sombras generados por cierto movimiento son susurros de una intención o guía de una dirección.
Y como todos sabemos que esta luz es generada por el sol y que la Tierra se mueve alrededor del Sol, aunque para nosotros en la Tierra, es el sol quien parece moverse alrededor de la Tierra. Juego con este movimiento aparente del Sol para profundizar sobre distintas perspectivas de como nuestros sentidos perciben, reciben, sienten el sol también como para aclarar el “camino” o hacerle tributo a el “cambio” que se genera durante este mismo “camino”. Y si este sol es nuestra “fuente” pues es uno el que transita alrededor de esa fuente.
El videoarte le da el espacio a estos objetos que se portan donde pueden parecer como máquinas, armas, columpios, fósiles, dispositivos, cámaras que abren portal en un lenguaje de ritual como para crear la sensación de esa experiencia del sol como una fuente infinita y cambiante donde se encuentra lo sagrado y lo misterioso de vivir. Todo esto en un antiguo edificio sagrado, donde al contrario de ser un relato, es como un mundo que quizás no sucedió, pero en sueños.
Solario
En Solario, Clara de Tezanos crea un proyecto sensorial que explora la transformación de los elementos y el espacio en si mismo utilizando a la luz como punto de partida. Con una formación fotográfica como base, resulta natural ver el tránsito de la artista hacia la creación de dispositivos que se vuelven capaces de capturar, almacenar y proyectar luz, ganando la capacidad de transformar lugares de manera envolvente.
Tomando a los relojes de sol como punto de partida, la obra de Clara une a estos dispositivos primitivos con formas que construye en plexiglass, creando una unión de opuestos que se vuelve contradictoria, pero que al mismo tiempo es capaz de apuntarnos en una dirección de reflexión y autoconocimiento. De esta manera, se vuelve sencillo ver que la práctica de Clara nunca ha dejado de buscar distintas maneras de emplear la luz para hacer fotografía sin la necesidad de usar una cámara y de una manera no convencional.
En sus obras podemos ver cómo se conjugan la luz, el tiempo, el espacio, y el contraste, construyendo imágenes, que en la manera en la que lo hace la realidad, cambian constantemente su forma y configuración, al tiempo que cobran vida propia.
La obra de de Tezanos se vuelve reveladora cuando nos damos cuenta que las proyecciones de color que crea a través de sus formas, son en realidad las sombras de las mismas, las cuales nos envuelven en un teatro de luces y sombras
imposibles de diferenciar entre sí. Así nos permite repensar y hacer surgir preguntas sobre la euforia de existir y su representación visual dentro del tiempo. Una característica primordial en su obra es su capacidad para conjugar lenguajes que a primer instancia parecen ajenos al post-internet, pero que en realidad encarnan y cuestionan los paradigmas de la vida contemporánea.